LICENCIA PARA MATAR
“Era
entonces, el señor José María Valencia, un humilde y modesto ciudadano
colombiano…sin vínculo alguno con organizaciones al margen de la ley” (Proceso
Ordinario 2008-00224-Juzgado penal del circuito de Marinilla).
“M”,
se molesta y le exige que le entregue su licencia para matar y su arma”. Esta
frase hace parte del resumen de la película “Licencia para matar”, proyectada en
1989, dentro de la saga de películas de la serie James Bond Agente 007.
Dicha
frase se da dentro del diálogo que sostienen dos funcionarios de agencias
oficiales del gobierno de EEUU (“M” y James Bond) y da cuenta de que el
protagonista, de la película, James Bond, posee una “licencia para matar”.
Es esta frase, precisamente el punto de
partida para el escrito que se propone sobre el tema de “los falsos positivos
en Colombia”, dado que como se demostrará, más adelante podrá concluirse que si
bien, la frase que se cita, se desprende
de una película cuyo contexto es “la
ficción”, encontraremos que en Colombia, la ficción se convirtió en una
cruenta, cruel y macabra realidad.
Como
se dijo, la frase surge dentro de un contexto de una situación de ficción en la
que un funcionario gubernamental, posee de manera oficial, una licencia
otorgada para “matar”. Y es allí, solamente en el mundo de la ficción en donde
podría concebirse tal despropósito, más aun habría que agregar, que se trata en mundo de ficción que se da en dentro de
una forma de concebir la realidad social,
bajo la óptica maquiaveliana de que
“el fin justifica los medios”.
Pero dejemos a un lado el escenario de la ficción y entremos al
mundo de la realidad colombiana para abordar la expresión “Falso Positivo”,
expresión que se origina precisamente en este escenario de conflicto
armado, que tiene como fuente nutricia
la inequitativa distribución de la riqueza y la tierra.
El término surge asociado a la lucha contrainsurgente que ha
desarrollado el Estado colombiano, por medio de sus fuerzas armadas, dentro la cual le ha dado la calificación de
“positivo”, aquellas acciones en cuales
se ha se de baja un miembro de la guerrilla.
El problema surge cuando desde la comunidad y las organizaciones
de derechos humanos se empiezan a denunciar que algunos casos de los reportados
como positivos, no correspondían en realidad, a guerrilleros, sino a miembros
de la población civil, configurándose
así el tema de los “falsos positivos”.
Si bien, las denuncias sobre vinculaciones de las fuerzas
armadas a hechos vinculados con violación de los derechos humanos, han sido
recurrentes a lo largo del conflicto, el número de casos reportados ha tenido
un comportamiento incremental como se desprende del informe del CINEP,
publicado en abril de 2009:
"Al consolidar la información de 2008, en total se registran 98 casos y 175 víctimas. Esta cifra es menor a la que se registrada en el año 2007, con un total de 149 casos y 324 víctimas, lo que indicaría una tendencia decreciente en el 2008 expresada en 54 casos menos y un 45.09% menos víctimas. Sin embargo, la situación registrada hasta ahora para el 2008 sigue siendo una situación preocupante ya que la cifra de casos es superior a la registrada en el 2006 cuando hubo 68 casos y 96 víctimas, es decir un 45.2% más víctimas en el 2008".
Si se suman los tres años referidos en el informe, encontramos
que en los últimos tres años, se han reportado un total de 208 casos de “falsos
positivos” a los cuales se encuentran asociadas 595 víctimas. Esta cifra, por
lo demás escalofriante da una idea de la
magnitud de la tragedia y permite dilucidar que no se está en presencia de
casos aislados sino frente a toda un política de ejecuciones que ha tenido como
objetivo la población civil.
Corresponde entonces, preguntarse por la
motivación que han tenido los miembros del ejército colombiano, para proceder
de la forma como lo están haciendo. Se encuentran argumentos tan pueriles, como los esgrimidos
por los soldados que participaron en el asesinato de un humilde campesino de El Peñol, quienes manifestaron que lo hicieron con el fin de hacerse acreedores a
una licencia para el día de la madre. (Del proceso en mención es la frase que
inicia este escrito).
Pero, también se encuentra un documento revelador,
que permite inferir que se esta en presencia de una posición oficial frente al
tema. Se trata de la directiva ministerial 029 de 2005, mediante la cual se
conceden una serie estímulos monetarios para los soldados que reporten bajas en
combate.
Este dato, así como las
investigaciones que adelanta la fiscalía
confirman sin duda alguna que en caso de “los falsos positivos”, se
encuentra ante todo una accionar por parte de las fuerzas armadas de Colombia,
las cuales al parecer hicieron de la directiva ministerial 029 de 2005, una
“licencia para matar”.
De este modo, lo que
inicialmente solo fuera concebible desde ficción, en la película ya reseñada,
se convirtió para los colombianos en una horrenda realidad.
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